El siguiente trabajo tiene como fin
el discutir sobre las pasiones, por llamarlas de algún modo distinto a la jerga
psicoanalítica, que mueven desde lo más profundo al ser humano, basado en el
análisis que se hará sobre el texto “ Lord of the flies” de William Golding.
El término ser humano abarca desde el
nacimiento hasta la muerte, aunque en este caso particular, los sujetos que
componen nuestro análisis son pres púberes y no adultos plenamente conformados.
El gran maestro Freud, postuló en 1921 en su obra “ El Ello y el Yo” que
cualquier aparato psíquico estaba constituido 3 estructuras elementales: Ello,
Yo y Superyó. Plantea que al nacimiento todo ser humano es un sujeto
constituido por puro Ello, y que las otras dos estructuras se irán consolidando
al pasar del tiempo y con la influencia de factores maduracionales (con esto me
refiero a ciertas habilidades que se logran con la maduración del sistema
nervioso central que al momento de nacer no está del todo listo para ejecutar
todas sus funciones) así como de factores ambientales, familiares y
constitucionales.
En este obra “ The Lord of the
Flies”, narra la convivencia de un grupo de niños que se encuentran forzados a
vivir en una isla no habitada por un cierto tiempo, debido a un accidente
marítimo que sufrieron en su trayectoria. Al encontrarse en un espacio donde no
hay sociedad, cultura, instituciones, figuras adultas que funjan como modelo o
autoridad se ven en la necesidad de crear sus propias reglas, imponerse sus
propias limitaciones y crear un régimen que legisle de alguna u otra forma el
tiempo que vivirán ahí.
Ante la ausencia de instituciones y
figuras a seguir, la legislación o su manera de proceder se coloca ante un
parte aguas: por un lado tienen ya introyectado ciertos preceptos que han aprendido
de sus padres, maestros y la sociedad donde se desenvolvieron. Por otro lado
está su impulso natural que por primera vez se encuentra relativamente “libre”
de ser castigado por quienes lo hacen en la sociedad moderna, policías,
abogados, maestros, padres de familia entre otros.
Es así como comienza la pugna entre
el dejarse llevar por el Ello, que rige las pasiones o impulsos más primitivos,
ancestrales, fundamentales de todo sujeto y que lo único que busca es el
obtener placer satisfaciendo dichas pulsiones. Aquí se centrará la mayor parte
del análisis en ver lo que hay en lo más profundo de la psique humana,
existiendo desde los tiempos más remotos hasta a la actualidad, y que por
supuesto seguirá existiendo en todos los tiempos.
La contraparte de la pugna es
personificada por los personajes que pretenden llevar un orden más restrictivo,
menos agresivo, más cordial con sus semejantes y con el medio que los rodea,
más sensato…. Más civilizado. Este grupo se va viendo disminuido con el pasar
de los días, pasando a pertenecer al segundo grupo que es el conformado por el
“Ello”, donde se libera el impulso agresivo, destructor, sexual que hay en todo
individuo.
Este fenómeno de que el grupo
“civilizado” vaya perdiendo fuerza frente al grupo que representa las pasiones
no tiene otra explicación, salvo una: la cultura no tiene otro fin que poner
alto y restringir los impulsos naturales de todo ser humano, creando así un
deseo de romper con ella, de dar rienda suelta a las gratificaciones aunque
esto eventualmente llevaría al caos, tal como sucedió en la obra. Nadie gusta
de limitar sus apetitos instintivos y a una edad tan temprana como la que tiene
los personajes de la obra, la conciencia que tienen del equilibrio de las cosas
es muy precaria, por ello consideraron fácil ceder a sus impulsos sin pensar
tanto en las consecuencias.
A pesar del caos que se da en el
grupo del “Ello”, contiene cosas básicas que Freud describió en su obra “Totem
y Tabú” de 1913, que de alguna manera se dan como el intento de mantener un
equilibrio y un cierto orden dentro del caos reinante en la isla.
Ejemplo de ello, es cuando matan al
cerdo, que vendría a ser el animal totémico que Freud describe en su obra,
convirtiéndose así en el padre simbólico que fue aniquilado para después convertirse
en la figura que los vigilará y tratará de impartir cierta justicia, la cual en
términos crudos y reales no existe. La única justicia existente es la que
provee el animal más fuerte, en una guerra que tiene como único objetivo
sobrevivir.
Así se refugian en el deseo o en la
ilusión de que no están a la deriva, no están solos sino que hay alguien
superior a ellos que velará por sus actos, juzgándolos, sólo a través de esta
ilusión es que sobreviven y no se terminan matando los unos a los otros, aunque
ya estaban cerca de ello.
Así podríamos resumir que el grupo
del Ello es aquel que busca placer, placer a través de la muerte, a través de
aniquilar al otro, a través de sentirse omnipotente ante los desastres
naturales y situaciones que no están dentro de su control, negando su
desvalimiento, su pequeñez, su poco control de la situación, dejando en última
instancia las cosas en el símbolo del Tótem quién si tendrá y ejercerá el
control.
Este grupo deja ver claramente la
esencia de cualquier ser humano, su deseo de placer, de no ver por el otro, de
aniquilar, de poseer, de tener, de poder, de aplastar, de vencer, de destruir. ¿Qué
pone fin a esto?
Pone fin el crimen primordial que
planteó Freud, donde una vez aniquilado el padre de la horda primitiva, todos
los restantes debido al sentimiento de culpa juraron respetarse y vivir lo más
cordialmente posible, sabiendo que uno de ellos pudo haber sido el padre y así
vez ser aniquilado. Sólo al aceptar su carencia y su falta es que pudieron
mirar al otro, mirar al otro y así salvarse ellos mismos de ese otro, que al
igual que ellos, desea su muerte.
“La cultura tiene que movilizarlo
todo para poner límites a las pulsiones agresivas de los seres humanos” (Freud
1927).
Por ende, volvamos a la pregunta
inicial ¿cuál es la esencia del ser humano? Satisfacer sus pulsiones agresivas
y sexuales hasta que se topa con el dominio de la cultura que no persigue otro
fin que reprimirlas.
También se preguntará, ¿desde cuándo
y porqué surge esta represión? La
respuesta parece ser desde los tiempos más remotos, en el que se implantaron
ciertas prohibiciones que prácticamente son universales y se reducen a un solo
mandamiento: la prohibición del incesto. Esto indicaría que a un nivel muy
intuitivo los seres humanos tienen conciencia de que no pueden ceder siempre
libremente a sus pulsiones ya que eso acabaría con ellos, estamos destinados a
desear aquello que no podemos obtener y el trabajo del ser humano será aprender
a vivir con eso.
Para concluir “sería indudable
ventaja dejar en paz a Dios y admitir honradamente el origen sólo humano de
todas las normas y todos los preceptos de la cultura. Con la pretendida
sacralidad desaparecería también el carácter rígido e inmutable de tales mandamientos leyes. Los hombres podría comprender que
fueron creados no tanto para gobernarlos como para servir a sus intereses; los
mirarían de manera más amistosa y en vez de su abolición se propondría como
meta su mejoramiento” ( Freud 1927).
El camino del ser humano será el
admitir su posición tan frágil ante la vida y el medio que lo rodea,
renunciando a su omnipotencia, aceptarse desvalido y deseoso de ilusiones y por
sobre todas las cosas tener hacer consciente su naturaleza pulsional que lo
llevará a desear objetos y metas que no serán asequibles y el caso de que lo
sean, lo serán a un altísimo precio.
La única solución es hacer tregua con
la cultura que lo ha regido a través de miles y millones de años no con el fin
de proveerlo de sufrimiento sino por el contrario de proveerlo de sobrevivencia
tanto de él como de sus descendientes, sabiéndonos y reconociéndonos sujetos
carentes que tendrán que buscar vías alternas y sustitutivas a sus pulsiones,
admitir nuestro propio lado “obscuro” por llamarlo de alguna manera, que
constituye lo más básico de nuestro ser.
Admitir que nuestra naturaleza nos
hace desear lo que para algunos sería impensable, indigno, pecaminoso, que
continuamente estaremos tentados a actuar sobre las fuerzas más sexuales y
agresivas que sólo podrán tener un límite siempre y cuando nos asumamos seres
civilizados; y que por otra parte tengamos como fin estar en busca de la mejora
de esa cultura, su evolución, su progreso con el único propósito de poder
crecer como seres humanos y alejarnos de nuestro lado natural.
La pregunta que indudablemente nos
viene a la cabeza es la siguiente ¿estarán todos los seres humanos listos para
entender y admitir dicha naturaleza o esencia humana? Ya Freud decía que no,
que el conocimiento de esta índole era privilegio de solo unos pocos…. Lo cual
suena desalentador, pero al menos hoy considero que sigue en la razón……..
Bibliografía:
-Freud. El porvenir de una ilusión, El
malestar en la cultura. 2da edición. Buenos Aires. Amorrortu.
- Freud. Totem y Tabú y otras obras. 2da edición. Buenos Aires. Amorrortu.
-Golding, W. Lord of the flies. Perige Literature.