martes, 22 de mayo de 2012

SOLEDAD






“ La soledad ofrece al hombre
colocado a gran altura una
doble ventaja: estar
consigo mismo y no estar
con los demás.”
Arthur Schopenhauer ( 1788 – 1860)









Una de las frases que más me resonó dentro de mi pensamiento a lo largo de las clases, fue cuando escuché la posibilidad de estar solo aún estando con tu pareja, parecería que es una paradoja que el hecho de estar acompañado pueda ofrecer la oportunidad de encontrarse sólo al mismo tiempo.

Mi ensayo girará en torno a esa capacidad de todo ser para poder acceder a un espacio propio, donde el otro no tiene cabida, un espacio íntimo, vital que permite el desarrollo de la creatividad, de la imaginación, de refugio, de contención, de tener momentos en donde basta con la propia presencia, con el propio pensamiento, afecto, sentir para poder seguir adelante, sin estar a expensas de que otro nos devuelva la sensación de existir.

Desgraciadamente no todos los sujetos tienen la viabilidad para poder alcanzar ese estadio, ese espacio transicional tal como lo denomina Donald Winnicott.

Me enfocaré sobre las consecuencias de tener o no tener este lugar personal más que en los elementos que influyen para poder llegar a él.


Muchos de los grandes pensadores concuerdan en que la capacidad de tolerar la soledad es signo de madurez en el ser humano, partiendo desde lo biológico y terminando hasta el polo psíquico, uno de ellos es D. Winnicott el cual dice:

 “ la capacidad individual para estar a solas, constituye uno de los signos más importantes de madurez dentro del desarrollo emocional”.

Como recién nacidos requerimos de la presencia materna en gran parte como simple herramienta de supervivencia, poco a poco, la madre se va separando del bebé para que este pueda tolerar su “ no presencia” lo cual también es fundamental para un buen desarrollo mental.

Sin embargo lo biológico no es lo único que se requiere para la supervivencia del ser, tal como lo plantea Bowlby: “ En los infantes existe una propensión innata a entablar contacto con otros seres humanos y apegarse a ellos. En este sentido existiría una necesidad de un objeto independiente de la comida, necesidad que, sin embargo posee un carácter tan primario como la de alimento y calor…”

El equilibrio entre las necesidades biológicas y las de apego, que deben ser leídas y atendidas por la madre, crean en el bebé la sensación de encontrarse en un ambiente seguro, estable, del cual no tiene que estar alerta todo el tiempo pudiendo replegarse en su persona, como lo que coloquialmente conocemos cuando alguien se denomina que está “ relajado”.

La madre genera en el bebé la confianza de que él puede subsistir  en el mundo, que cuenta con los elementos necesarios para vivir, donde la soledad pasa a ser un estado “sano” u “óptimo” para llamarlo de cierta manera, en oposición a un estado que desencadene la sensación de inexistencia, desquebrajamiento, angustia…

La capacidad de poder estar con uno mismo va de la mano con la capacidad para poder establecer una relación profunda con otro ser humano, en los términos de Melanie Klein esta capacidad requiere de la existencia de un objeto bueno en la realidad psíquica del sujeto (pecho bueno), esto que en principio es un objeto parcial, se convierte en relaciones totales interiorizadas que le permiten al individuo sentirse satisfecho aún con la falta de objetos externos.

Esto se remonta a los primeros años de vida, tal como dice D. Winnicott: “si bien la capacidad para estar solo es fruto de diversos tipos de experiencias, sólo una de ellas es fundamental, sólo hay una que, de no darse en grado suficiente, impide el desarrollo de dicha capacidad; se trata de la experiencia, vivida en la infancia y en la niñez, de estar solo en presencia de la madre”.

Creo que en general la mayoría de los seres humanos tienen un miedo terrible a la soledad, cuando ésta es inevitable, al tener conciencia de muerte inevitablemente debemos pensar que en ella estaremos solos, por supuesto a muy pocas personas les agrada pensar en este tipo de reflexiones, ya que implica verse y reconocerse a uno mismo como ser individual. No es casualidad que las patologías que se ven con mayor frecuencia hoy sean los trastornos limítrofes, en donde uno de los elementos que las caracteriza, es la difusión de identidad, el no saber “quién soy” ni a “ donde voy”.

Es curioso como la tecnología crea la ilusión de estar siempre acompañado, ahora con las páginas donde uno constantemente se contacta con otras personas, sabiendo que hacen, como visten, que se dicen unas a otras; en realidad el contenido no es lo importante sino lo que genera esta necesidad de estar con otro, hablar con otro, saber del otro, no sentirse solo, aislado, apartado sino siempre parte de algo.

En realidad todas estas relaciones son superficiales ya que el individuo que no se conoce y no se permite percatarse de su pensar y sentir es complicado que pueda establecer relaciones profundas, donde uno comparte y entiende al otro desde lo profundo de su ser, no desde cosas banales.




Mariana Rodríguez Fuentes
Universidad Intercontinental
Prof. Ricardo Velasco
Perspectivas Contemporáneas del Desarrollo

No hay comentarios:

Publicar un comentario