martes, 22 de mayo de 2012

LA ESENCIA DEL SER HUMANO



El siguiente trabajo tiene como fin el discutir sobre las pasiones, por llamarlas de algún modo distinto a la jerga psicoanalítica, que mueven desde lo más profundo al ser humano, basado en el análisis que se hará sobre el texto “ Lord of the flies” de William Golding.

El término ser humano abarca desde el nacimiento hasta la muerte, aunque en este caso particular, los sujetos que componen nuestro análisis son pres púberes y no adultos plenamente conformados.

El gran maestro Freud, postuló  en 1921 en su obra “ El Ello y el Yo” que cualquier aparato psíquico estaba constituido 3 estructuras elementales: Ello, Yo y Superyó. Plantea que al nacimiento todo ser humano es un sujeto constituido por puro Ello, y que las otras dos estructuras se irán consolidando al pasar del tiempo y con la influencia de factores maduracionales (con esto me refiero a ciertas habilidades que se logran con la maduración del sistema nervioso central que al momento de nacer no está del todo listo para ejecutar todas sus funciones) así como de factores ambientales, familiares y constitucionales.

En este obra “ The Lord of the Flies”, narra la convivencia de un grupo de niños que se encuentran forzados a vivir en una isla no habitada por un cierto tiempo, debido a un accidente marítimo que sufrieron en su trayectoria. Al encontrarse en un espacio donde no hay sociedad, cultura, instituciones, figuras adultas que funjan como modelo o autoridad se ven en la necesidad de crear sus propias reglas, imponerse sus propias limitaciones y crear un régimen que legisle de alguna u otra forma el tiempo que vivirán ahí.

Ante la ausencia de instituciones y figuras a seguir, la legislación o su manera de proceder se coloca ante un parte aguas: por un lado tienen ya introyectado ciertos preceptos que han aprendido de sus padres, maestros y la sociedad donde se desenvolvieron. Por otro lado está su impulso natural que por primera vez se encuentra relativamente “libre” de ser castigado por quienes lo hacen en la sociedad moderna, policías, abogados, maestros, padres de familia entre otros.

Es así como comienza la pugna entre el dejarse llevar por el Ello, que rige las pasiones o impulsos más primitivos, ancestrales, fundamentales de todo sujeto y que lo único que busca es el obtener placer satisfaciendo dichas pulsiones. Aquí se centrará la mayor parte del análisis en ver lo que hay en lo más profundo de la psique humana, existiendo desde los tiempos más remotos hasta a la actualidad, y que por supuesto seguirá existiendo en todos los tiempos.

La contraparte de la pugna es personificada por los personajes que pretenden llevar un orden más restrictivo, menos agresivo, más cordial con sus semejantes y con el medio que los rodea, más sensato…. Más civilizado. Este grupo se va viendo disminuido con el pasar de los días, pasando a pertenecer al segundo grupo que es el conformado por el “Ello”, donde se libera el impulso agresivo, destructor, sexual que hay en todo individuo.

Este fenómeno de que el grupo “civilizado” vaya perdiendo fuerza frente al grupo que representa las pasiones no tiene otra explicación, salvo una: la cultura no tiene otro fin que poner alto y restringir los impulsos naturales de todo ser humano, creando así un deseo de romper con ella, de dar rienda suelta a las gratificaciones aunque esto eventualmente llevaría al caos, tal como sucedió en la obra. Nadie gusta de limitar sus apetitos instintivos y a una edad tan temprana como la que tiene los personajes de la obra, la conciencia que tienen del equilibrio de las cosas es muy precaria, por ello consideraron fácil ceder a sus impulsos sin pensar tanto en las consecuencias.

A pesar del caos que se da en el grupo del “Ello”, contiene cosas básicas que Freud describió en su obra “Totem y Tabú” de 1913, que de alguna manera se dan como el intento de mantener un equilibrio y un cierto orden dentro del caos reinante en la isla.

Ejemplo de ello, es cuando matan al cerdo, que vendría a ser el animal totémico que Freud describe en su obra, convirtiéndose así en el padre simbólico que fue aniquilado para después convertirse en la figura que los vigilará y tratará de impartir cierta justicia, la cual en términos crudos y reales no existe. La única justicia existente es la que provee el animal más fuerte, en una guerra que tiene como único objetivo sobrevivir.
Así se refugian en el deseo o en la ilusión de que no están a la deriva, no están solos sino que hay alguien superior a ellos que velará por sus actos, juzgándolos, sólo a través de esta ilusión es que sobreviven y no se terminan matando los unos a los otros, aunque ya estaban cerca de ello.

Así podríamos resumir que el grupo del Ello es aquel que busca placer, placer a través de la muerte, a través de aniquilar al otro, a través de sentirse omnipotente ante los desastres naturales y situaciones que no están dentro de su control, negando su desvalimiento, su pequeñez, su poco control de la situación, dejando en última instancia las cosas en el símbolo del Tótem quién si tendrá y ejercerá el control.

Este grupo deja ver claramente la esencia de cualquier ser humano, su deseo de placer, de no ver por el otro, de aniquilar, de poseer, de tener, de poder, de aplastar, de vencer, de destruir. ¿Qué pone fin a esto?
Pone fin el crimen primordial que planteó Freud, donde una vez aniquilado el padre de la horda primitiva, todos los restantes debido al sentimiento de culpa juraron respetarse y vivir lo más cordialmente posible, sabiendo que uno de ellos pudo haber sido el padre y así vez ser aniquilado. Sólo al aceptar su carencia y su falta es que pudieron mirar al otro, mirar al otro y así salvarse ellos mismos de ese otro, que al igual que ellos, desea su muerte.

“La cultura tiene que movilizarlo todo para poner límites a las pulsiones agresivas de los seres humanos” (Freud 1927).

Por ende, volvamos a la pregunta inicial ¿cuál es la esencia del ser humano? Satisfacer sus pulsiones agresivas y sexuales hasta que se topa con el dominio de la cultura que no persigue otro fin que reprimirlas.
También se preguntará, ¿desde cuándo y porqué surge esta represión?  La respuesta parece ser desde los tiempos más remotos, en el que se implantaron ciertas prohibiciones que prácticamente son universales y se reducen a un solo mandamiento: la prohibición del incesto. Esto indicaría que a un nivel muy intuitivo los seres humanos tienen conciencia de que no pueden ceder siempre libremente a sus pulsiones ya que eso acabaría con ellos, estamos destinados a desear aquello que no podemos obtener y el trabajo del ser humano será aprender a vivir con eso.

Para concluir “sería indudable ventaja dejar en paz a Dios y admitir honradamente el origen sólo humano de todas las normas y todos los preceptos de la cultura. Con la pretendida sacralidad desaparecería también el carácter rígido e inmutable de  tales mandamientos  leyes. Los hombres podría comprender que fueron creados no tanto para gobernarlos como para servir a sus intereses; los mirarían de manera más amistosa y en vez de su abolición se propondría como meta su mejoramiento” ( Freud 1927).

El camino del ser humano será el admitir su posición tan frágil ante la vida y el medio que lo rodea, renunciando a su omnipotencia, aceptarse desvalido y deseoso de ilusiones y por sobre todas las cosas tener hacer consciente su naturaleza pulsional que lo llevará a desear objetos y metas que no serán asequibles y el caso de que lo sean, lo serán a un altísimo precio.

La única solución es hacer tregua con la cultura que lo ha regido a través de miles y millones de años no con el fin de proveerlo de sufrimiento sino por el contrario de proveerlo de sobrevivencia tanto de él como de sus descendientes, sabiéndonos y reconociéndonos sujetos carentes que tendrán que buscar vías alternas y sustitutivas a sus pulsiones, admitir nuestro propio lado “obscuro” por llamarlo de alguna manera, que constituye lo más básico de nuestro ser.

Admitir que nuestra naturaleza nos hace desear lo que para algunos sería impensable, indigno, pecaminoso, que continuamente estaremos tentados a actuar sobre las fuerzas más sexuales y agresivas que sólo podrán tener un límite siempre y cuando nos asumamos seres civilizados; y que por otra parte tengamos como fin estar en busca de la mejora de esa cultura, su evolución, su progreso con el único propósito de poder crecer como seres humanos y alejarnos de nuestro lado natural.

La pregunta que indudablemente nos viene a la cabeza es la siguiente ¿estarán todos los seres humanos listos para entender y admitir dicha naturaleza o esencia humana? Ya Freud decía que no, que el conocimiento de esta índole era privilegio de solo unos pocos…. Lo cual suena desalentador, pero al menos hoy considero que sigue en la razón……..


Bibliografía:
-Freud.  El porvenir de una ilusión, El malestar en la cultura. 2da edición. Buenos Aires. Amorrortu.
- Freud. Totem y Tabú y otras obras. 2da edición. Buenos Aires. Amorrortu.
-Golding, W. Lord of the flies. Perige Literature.

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